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REMES

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Red mundial de escritores en español

jueves, 25 de noviembre de 2010

Una Erasmus para Laura - Capítulo 21



 La faz lívida de Vicky apareció en la sala de espera de urgencias donde John Lane la estaba esperando. Venía en una silla de ruedas empujada por un celador. John se levantó al verla y fue a su encuentro con rapidez. Vicky no esperaba encontrarse al chico allí esperándola y sintió sus piernas temblar de emoción al encontrarlo frente a ella tan inesperada como sorpresivamente. La miraba sonriente, en su expresión había un gesto de alivio sincero, realmene estaba aliviado porque todo hubiese salido bien y la chica estuviera repuesta.
―¿Cómo te encuentras? ―le preguntó John para ser amable.
―Un poco mareada, pero bien. ¿Dónde están los demás?
―Se marcharon. Han pasado toda la noche en el hospital  esperando los resultados y las chicas se fueron para a la residencia conforme mi tío nos contó que estabas fuera de peligro, por lo visto se han jugado una sanción por parte de la dirección… Pero no quisieron marcharse hasta que no supieran que el peligro había pasado.
―Es cierto, las normas en ese lugar son muy estrictas ―comentó preocupada por ellas―. Debieron marcharse antes para evitar la bronca de la urraca.
―¿Urraca?  ―dijo sin comprender.
―La directora… es como un pájaro enjuto y feo.
―Menudo penal… ―rió con la comparación―. ¿Nos vamos?
―¿Adónde?
―A casa. Me quedé yo esperándote para acompañarte a la residencia.
―Eres muy amable… ¡Ah! ―continuó al acordarse―. Gracias por llamar a tu tío, ha sido muy amable conmigo.
―No las merece, Vicky. Coincidió que estaba de guardia y eso fue todo. Es el hermano menor de mi padre y todavía le tocan estos marrones de las guardias de cuarenta y ocho horas y esas cosas en el hospital… Está terminando su residencia como cirujano cardiovascular…
―¡Qué interesante! ―sonrió ella levemente aunque eso no le interesaba para nada.
―¿Nos vamos? ―le volvió a preguntar cogiéndola del brazo para que se sostuviera―. Tengo el coche en el parking.
―Por favor… ―le sonrió con una mueca de debilidad pero sintiéndose completamente feliz por aquel desenlace de la noche. John esperándola y su coche a su disposición para regresarla a casa. Jamás hubiera soñado que eso podría hacerse realidad. Pero fuera como fuera se sentía completamente feliz.
El Audi-A-3 era muy confortable. Para Vicky era el coche más confortable del mundo. El olor que desprendía el nuevo ambientador que había colocado John para el día en que salió con Laura le gustó, su aroma a pino llenaba el vehículo y a ella le encantaba. Relucía limpio por dentro y por fuera y estaba para ella. Al acercarse se sintió como una princesita de cuento cuyo príncipe azul la sube en una carroza real y la lleva a su palacio para casarse con ella. Vicky se sentó en el asiento del copiloto y John le abrochó el cinturón de seguridad para que ella no se molestara. Al cruzarse por delante y tenerle tan próximo su corazón se aceleró. Nunca le había tenido tan cerca como en ese momento y de una forma fortuita… Suspiró agitada y no volvió la cara sino que se quedó mirando de frente con el rostro de John al lado del suyo, viéndole, percibiéndole, oliéndole... Todo en él era maravilloso, perfecto, arrebatador. La cercanía del muchacho desencadenó una serie de sensaciones que se acercaban mucho a un éxtasis, no necesitaba mucho más, su mente hacía el resto.
―¿Estás bien? ―le preguntó él mirándola cara a cara, La notó rara.
Vicky creyó derretirse por dentro. Hizo un esfuerzo por controlar sus impulsos de besarle pero su nerviosismo era incontenible y se apoderó de ella que impulsivamente le besó la mejilla.
―¿Y eso? ―sonrió él tocándose la carrillo.
―Te estoy agradecida por todo lo que has hecho por mí hoy, John.
―No tiene importancia… ―sonrió de nuevo―.Tú harías lo mismo por mí.
―Lo mismo y mucho más… No lo dudes.
 El chico le sonrió por unos segundos en los que trató de comprender la verdadera intención de aquellas palabras que habían surgido de los labios de la chica espontáneamente. Después dio la vuelta y se acomodó delante del volante ajustando su cinturón de seguridad y poniendo el motor en marcha. El Audi rugió tras los acelerones que ocasionó John para oír el ruido del motor, le gustaba hacerlo cada vez que lo ponía en marcha. Salió del parking y condujo despacio por la calle Gower. Durante unos minutos los dos permanecieron callados. John miraba a la chica de reojo cuando el tráfico se lo permitía y ella no hacía menos con él, creía estar en un sueño y no quería despertar de él...

sábado, 20 de noviembre de 2010

Una Erasmus para Laura - Capítulo 20

Vicky Blackwell abrió los ojos en medio de una sala de observación de urgencias. Al principio no escuchaba nada, pero se fijó en el techo, era blanco y las luces suaves para no molestar. Cubierta por una sábana y entre cortinas, se dio cuenta que estaba  sobre una cama donde reposaba. Se sentía muy mal, la cabeza le daba vueltas y poco a poco fue recuperando la audición. Los sonidos que llegaban hasta ella le hicieron saber que estaba en un hospital y una pregunta evidente surgió en su interior aunque no había nadie para contestarla. ¿Cómo había llegado hasta allí? Tenía una vía intravenosa en su brazo derecho y sus constantes estaban monitorizadas. Una mascarilla le suministraba oxígeno por la nariz mientras oía el constante burbujear del gas licuado al salir del dispositivo desde detrás de su cabeza y antes de iniciar el circuito que lo llevaría hasta sus pulmones convertido en el vivificante elemento que la hacía sentirse de alguna manera confortable, aunque, no había dejado de estar mal, sobradamente mal en general, se sentía muy mareada y no sabía muy bien qué hacer. Inspeccionó su entorno, parecía una sala de urgencias y con toda seguridad debía serlo… Buscó a su alrededor algo parecido a un timbre o un dispositivo para llamar, pero una de las enfermeras de vigilancia en aquella sala, acudió a su lado rápidamente conforme se dio cuenta de que la joven había despertado.
―¿Cómo te encuentras, Victoria? ―le preguntó afectuosa.
―…Mal… muy, muy, mal…
―Bueno, vuélvete un poquito, tengo que ponerte esto, te prometo que no te vas a dar cuenta… ―le dijo administrándole una inyección intramuscular―. Supongo que ahora que estás consciente el doctor Lane te administrará algo para que te sientas mejor.
―¿Qué me ha puesto? ―preguntó la chica mirando la jeringa.
―Un buen cóctel de vitamina B1 y B6. Para que desaparezcan todos los síntomas. Ya queda poco, pronto empezarás a sentirte mejor y podrás volver a casa.
―¿Cuándo podré irme a casa realmente?
―Pronto… muy pronto ―le sonrió la enfermera―. Ahora, cuando el Dr. Lane venga, le preguntas a él.
―¿El Dr. Lane? ―repitió extrañada por el nombre―. ¿John Lane?
―George Lane. Ese chico, John, es su sobrino. Está ahí fuera y te atiende su tío… Por lo visto eres una muy buena amiga de su sobrino. No quieras saber lo preocupado que estaba por ti y cómo le pidió a su tío que te atendiera. Se nota que significas algo muy espacial para John. No hay nada más que verlo.
―John… ―suspiro dejando escapar el nombre con dulce ternura―. Sí… John Lane.
―¡Uy! Pero cómo estás por ese chico… ―sonrió la enfermera para animarla―.  Espero que no vuelvas a sufrir un coma embriagada por los efectos que te causa ese muchacho… ¡Qué locura!
―Sí y no ―susurro con la mente a miles de años luz de allí divagando entre sus ilusiones por lo que había escuchado de la enfermera―. ¡Es genial!  John me ha traído a este hospital… John… y ha buscado a su tío para mí… ¡Es fantástico!
Vicky cerró los ojos otra vez, la cabeza volvía a darle vueltas… Pareció dormirse de nuevo con el nombre del joven entre los labios...

sábado, 13 de noviembre de 2010

Una Erasmus para Laura - Capítulo 19

―Pues caminemos hasta la estación de metro, el hospital más cercano es el universitario de Euston Square ―dijo Paul decidido a llevarla allí―. Lo cogemos aquí en Mornington y nos bajamos en Warren Street. La entrada de emergencias está cruzando la calle a poco pasos. Y John tiene un tío que trabaja allí.
―Paul tiene razón ―le apoyó Ritchie―. Es la forma más rápida de llegar. Pero no la mejor de transportar a una chica inconsciente… Y con una poca de suerte… o tal vez mucha suerte, no sé, el Dr. Lane esté allí para ayudarnos.
―¡Da lo mismo! Sea como sea hay que hacer algo ¡ya! ―les animó Laura deseando empezar la marcha―. Nosotros  disimularemos, pero no nos paremos más, por amor de Dios ―les instó asustada, la cara de Vicky era la de una muerta―. ¡Esperad! Carmen, ve a por nuestros bolsos y tú George por los abrigos ―ordenó práctica―, Paul, John, por favor, sostengamos a Vicky… Va a pesar mucho.
Conforme tuvo su bolso en la mano le colocó a Vicky un gorro de lana que llevaba en él para disimular su estado de inconsciencia y la embutieron en un anorak de plumas para que no perdiera más temperatura.
―Esto disimulará un poco su desfallecimiento ―completó Laura su obra de camuflaje. Además si hay que sostenerle la cabeza se le puede hacer metiendo la mano por detrás del gorro, como si fuera una marioneta. Una risotada se oyó alrededor Bob y Ritchie se estaban riendo de la idea de la marioneta. Pero al mirarlos Laura se quedaron muy serios.
―¡Jamás me había visto en una igual! ―se quejó John enojado―. ¡Es increíble! Parece un gag de la cámara oculta.
―Pues si no estás de acuerdo puedes quedarte disfrutando de tu noche. Seguro que encuentras a alguien que te acompañe.
―John siempre encuentra a alguien ―alegó George divertido por la idea recibiendo inmediatamente después un cogotazo de John a quien no le había hecho gracia su comentario―. ¡Oye! ¡Esas manos quietas! ―se quejó rascándose la cabeza.
―No es eso, Laura ―explicó John con el mejor de sus tonos―, no te enfades ahora conmigo… Vicky nos ha fastidiado la salida a toda la peña, eso no lo puedes negar. ¡Esta tía es un coñazo! No creo estar inventándome nada.
―Sí, es cierto… ha bebido como una tonta porque ni siquiera has tenido el detalle de bailar con ella una vez.
―¿Y por qué tenía que tener detalles con ella? ¿No te jode? Ya le pagamos la entrada… Es una acoplada de la leche.
―¿Detalles? Te diré dos: porque ella no tiene la culpa de caerte mal y segundo, es nuestra amiga y tú… ―Laura se detuvo de repente iba a decir lo que no tenía que decir―… Porque… lo hubieras pasado muy bien bailando con ella. Si quieres ser útil, sostenla y vayámonos ya
Cargando a la chica como si estuviera sólo un poco bebida e intentando guardar la calma comportándose de una manera normal, caminaron hacia la estación de Mornigton, bajaron por las escaleras cubriendo a Vicky formando corrillo para preservarla de las cámaras.  Para pasar el torno de entrada a los andenes tras pagar sus tickets lo tuvieron más crudo. El cuerpo desmayado de Vicky estaba lánguido y pesaba mucho. A la hora que era no había mucha gente, pero las cámaras de vigilancia sí funcionaban y en el torno sólo cabía una persona...
  su fundador. 

sábado, 6 de noviembre de 2010

Una Erasmus para Laura - Capítulo 18


―¿Dónde vas? ―la detuvo Paul, dándose de bruces con Laura. También traía bebidas en la mano que casi le tiró encima―. Llevo haciendo cola en el bar una hora… ¡Qué cantidad de gente hay esta noche! Parece estar medio Londres aquí metido. Espero haber acertado… ―concluyó extendiéndole una de las bebidas―. La botella está recién abierta ―le explicó guiñándole un ojo.

Ella se detuvo en su aparente huida e hizo como si no hubiera oído lo que él le decía sobre la bebida, pero, inmediatamente pensó que si no la aceptaba, la conversación con él se habría acabado. Y aquel guiño de complicidad le había calado hondo, porque sus guiños eran siempre provocadores, aunque no llevaran esa intención. Los ojos de Paul eran tan expresivos y pícaros, con aquellas largas pestañas, que los hacían más bellos todavía, que Laura había sido cautivada por ellos desde que se fijó en él. Mucho más si le guiñaba de aquella manera tan sexy en que lo hacía. Pero sus ideas trataban de ir por otra parte, pensando en su fuga de John del cual le había costado bastante librarse. Sabía que Paul no era el indicado para pararse a charlar en aquel instante, si realmente deseaba desaparecer un rato del radio de acción de John Lane, porque él era su amigo del alma y podía aparecer detrás de Paul en cualquier momento y de nada le hubieran servido todos sus esfuerzos. Pero no le quedaba otra que pararse para no parecer maleducada, por la forma en que el muchacho la abordó y porque tuvo la amabilidad de esperar un siglo en la barra para conseguirle una copa entre aquella marabunta de personas que había en KOKO aquella noche. Sin embargo, cuando dejó de pensar que huía de John, se tranquilizó al comprobar que no venía detrás de ella. Miró a Paul a los ojos y le gustó lo que vio.  Le sonrió ampliamente encantada de que hubiera chocado con ella. Después de todo podría resultar ser un buen instante para hablar con él y darse un respiro del pesado de Lane. Decidida se acercó mucho más a Paul para poder hablarle y que la entendiera, pues los decibelios de la música estaban disparados. Después de la tarde en el zoo, ése era un buen momento para seguir conociéndose. ¡Qué diablos!
―Iba… mmm… ¡al servicio!… ¡La bebida! ―le sonrió sobreactuada―, ya sabes… sigue su camino ―volvió a sonreírle dando por supuesto que la entendía.
―Si está tan concurrido como la barra, tardarás una eternidad… ¿Nos sentamos?―le preguntó de nuevo, extendiéndole el vaso con vodka con naranja que ella no había cogido antes―. Es para ti…
Laura miró de nuevo el vaso y pensando en que iba a renunciar por él a hacer pis, ya que Paul le había pasado el parte de la multitud que esperaba en los aseos de señoras, pensó que la propuesta estaba bien, sentada aguantaría mejor. Pero merecía la pena por estar con aquel chico que tanto le gustaba.
―¡Mmm! Delicioso… ―sonrió forzada oliendo el combinado y pensado en quién habría sido el lumbrera que les había dicho a John y Paul que a ella le gustaba el vodka.
―¿No bebes? ―le dijo el chico observando a los componentes de Artic Monkeys que volvían al escenario.
―¡Sí! ―dio un pequeño sorbo―, pero despacio, ya empiezo a ir cargadita… Si sigo bebiendo a este ritmo acabaré la noche hablándole de tú a las farolas o en cualquier rincón durmiendo la pea.
Ella miró a los chicos en el escenario… estaban listos para una nueva canción. Empezaron con mucha fuerza el tema de su último single: Teddy Picker. Los asistentes en la sala aplaudieron y gritaron agitando sus brazos al aire. Era una canción con mucha marcha que hacía que la gente se uniera a ella con facilidad bailando en masa, unidos en sus saltos, disfrutando de la actuación.
―Me gusta el chico ―dijo Laura refiriéndose al vocalista―. No lo hace nada más.
―Lo hace muy bien… ―rió Paul―. Pero yo soy más guapo.
―Presuntuoso ―afirmó sonriéndole amplia y dulcemente como había hecho por la tarde en el coche al despedirse de él después de venir del zoo.
Paul la miró sin saber que hacía. Le devolvió la sonrisa, pero no dijo nada especial por lo que Laura se sintió bastante decepcionada, Aunque no dejó de sonreírle de aquella manera tierna y picarona a la vez esperando oírle de nuevo adular su sonrisa. 
―¿Qué pasa? ―le preguntó el chico al fin preso de la inseguridad que le proporcionaba no saber de qué iba el juego. 
―¿Ya no tengo luz en mi sonrisa?
―¿Luz?... ¿En tu sonrisa? ―repitió Paul sabiendo que se trataba con toda seguridad de algo que había sucedido por la tarde cuando ella estaba con su hermano creyendo que era él―. Por supuesto que sí… ¡Qué tonto soy! Tienes toda la luz del mundo.
―No me dijiste eso… Me dijiste otra cosa que me gustó muchísimo más. Por fa… dila otra vez ―le pidió zalamera.
―Sí, claro… Otra cosa sobre tu sonrisa… Déjame pensar…
El nivel del contenido del vaso de Paul bajó en un instante a menos de la mitad, mientras su mente no dejaba de dar vueltas buscando la forma de saber qué leches le había dicho Mike.
―¿Lo has olvidado? ¿¡Es posible!?
―Lo siento, pero sí ―no tuvo más remedio que decírselo, sintiéndose fastidiado por completo.
―Dijiste que la luz del sol de mi tierra brilla en mis ojos.
―¡Qué jodidamente poético!  …Soy. ―completó tras una pausa―. Ni a mi hermano Mike se le hubiera ocurrido algo tan genialmente singular. Sí es cierto, dear. El brillo de tus ojos derretiría los polos y bailas de putamadre, tía.
―Gracias, eso sí que es poético. ―afirmó irónica, sorprendida por la brusquedad con que lo había dicho―. Tú no lo haces peor. 
―Gracias… ―rió con gana dándole otro buen buche a la copa―. Parecemos dos tontos devolviéndonos los halagos… ¿No bebes? ¡Venga! Hoy es sábado y hay que ponerse a tono con el ambiente.  ¡Fiesta! ¡Fiesta!

Que las hadas y musas elijan un capítulo para ti. Con suerte te quedas a compartir esta aventura.


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